Actualmente la recogida está mecanizada. Los cultivadores disponen de accesorios cortadores que cortan la trepa y la suben a un remolque cargador. Posteriormente se llevan a las instalaciones de pelado. Las trepas se introducen en máquinas peladoras, que poseen unos rodillos con dedos o peladores que arrancan el fruto de la trepa. Como en el proceso también son arrancadas hojas, la máquina dispone de tapices y ventiladores para seleccionar los conos y separarlos de las hojas.
Los conos seleccionados deben secarse para evitar que fermenten y se estropeen. El proceso de secado se realiza en secaderos ubicados en la propia instalación. Durante 8 o 9 horas a 60ºC, la humedad del cono se reduce desde el 75-80% hasta un 8-10%.
Los conos secos pasan a un acondicionador donde se homogeneiza la humedad, pasando del raquis más húmedo a la parte exterior del cono.
Cuando los conos han pasado 24 horas dentro del acondicionador, se puede proceder al prensado. Este proceso, que es relativamente moderno en España, mejora la conservación del lúpulo y facilita el transporte reduciendo los costes.
Aunque algunos productores de cerveza artesanal siguen prefiriendo la flor seca de lúpulo, lo más habitual es que se peletice. Este proceso asegura la conservación y facilita el uso del producto. Los formatos habituales son bolsas de envasado en atmósfera inerte de 5 kg para las cerveceras industriales o 1 kg al vacío, cuando se trata de cerveceras artesanas.