Se cree que las primeras plantas de lúpulo llegaron a España traídas por monjes procedentes de monasterios centroeuropeos que las cultivaban para la elaboración de cerveza.

Muestra de que el lúpulo era conocido en la Edad Media son los ornatos de la Capilla de Santiago de la Catedral de León S XIII, en los que se puede apreciar esta planta trepadora.

En España la utilización del lúpulo desde la Edad Media hasta principios del S XX se reduce a un ámbito exclusivamente medicinal. Este uso se recoge en diversas farmacopeas españolas.

A comienzos del S XX, en 1915 comenzaron los primeros ensayos de lúpulo para su producción industrial. Como consecuencia de la Gran Guerra, las cerveceras nacionales que importaban lúpulo procedente de Austria y Alemania resultaron desabastecidas. Tuvieron entonces que recurrir al lúpulo estadounidense, mucho más caro.

El primer impulsor del cultivo del lúpulo en España fue el cordobés Leopoldo Hernández Robredo, Ingeniero Agrónomo y Director de la Granja Agrícola de La Coruña. En un viaje a Inglaterra, comisionado por el gobierno para la adquisición de ganado, el lúpulo llamó su atención. Ya de regreso a Coruña, y animado por la existencia de lúpulo silvestre en distintos puntos del Noroeste de España y viendo cierta analogía de clima y suelos entre Galicia y las zonas de cultivo en Inglaterra, decidió iniciar su cultivo.

Este agrónomo publicó un folleto titulado “El Lúpulo y su cultivo” en el que daba indicaciones sobre el cultivo (descripción de la planta, producto utilizable, clima, terreno, situación, variedades, preparación del terreno, abonos, cuidados, enfermedades); recolección y procesado (secado de los conos, rendimientos, embalaje, conservación, etc); datos económicos (producción, superficies de cultivo en el mundo, precio del lúpulo, o consumo mundial de lúpulo en 1911-12. En España se consumían anualmente unos 100.000 kilos anuales, una cantidad anecdótica comparada con la producción de países como Gran Bretaña o Alemania.

Las pruebas realizadas demostraron que era posible cultivar lúpulo en España de forma competitiva frente a otros países. Sin embargo el fin de la Gran Guerra y la reanudación de las importaciones frustraron estos intentos.

Unos años más tarde, en 1928, Ricardo Escauriaza se hizo cargo de la Granja Agrícola de la Coruña, continuando con la labor de Hernández Robredo. A propuesta suya en 1937 fue creada la Sección de Fomento del Cultivo del Lúpulo en la Granja Agrícola de la Coruña. A partir de ese momento la Granja y su Director emprendieron numerosas acciones de divulgación del cultivo en la zona de Betanzos. La Estación de Praticultura y Cultivos de Vega encargada de estos trabajos, entregó plantas a los agricultores y colaboró en el establecimiento de campos en otras regiones como Navarra, Guipúzcoa, Álava, Logroño, Vizcaya, Oviedo y Santander.

Al finalizar la Guerra Civil Española, el gobierno franquista adopta una política autárquica. La distribución de los alimentos y las principales materias primas fue intervenida y pasó a organizarse a base de cupos y precios fijos. El elevado nivel de protección arancelaria, y el establecimiento de monopolios fueron aspectos destacados de esta política. El lúpulo no fue una excepción, y a partir de ese momento se obligó a los productores de cerveza a comprar lúpulo nacional y el cultivo fue intervenido, precisando de la autorización del Servicio correspondiente. Al agricultor se le facilitaban gratuitamente esquejes para hacer las plantaciones, concediéndole premios por planta enraizada. La cosecha, parcialmente desecada a la sombra, la recogía el Servicio que terminada su preparación, la enfardaba y entregaba a las fábricas; éstas, a su vez, estaban obligadas a pagarlo al precio fijado por la Dirección General de Agricultura, pudiendo importar el resto hasta cubrir sus necesidades. El cultivo se autorizó al principio en la provincia de La Coruña, extendiéndose después a las de Pontevedra, Lugo y Asturias.

La disposición fue muy bien acogida por los labradores y a finales de 1941 habían sido plantadas unas 50.000 plantas, obteniéndose una cosecha de 5.000 kilos de conos secos. Además en el Campo de Demostración Agrícola de Betanzos, instalado en el centro de la zona productora, se estableció un secadero de aire caliente y prensas eléctricas, para terminar el secado del producto y enfardado en balotes de 100 kilos de peso.

La Segunda Guerra Mundial provocó escasez de productos agrícolas que vieron aumentada su remuneración, lo que restó competitividad al cultivo del lúpulo, que requería una importante inversión y gastos de explotación y empleaba ingentes cantidades de mano de obra principalmente para la recogida de la flor.

El ritmo de plantación se estancó y las fábricas de cerveza siguieron recurriendo a las importaciones. A pesar de las restricciones, el lúpulo alemán llegó sin dificultad a España hasta junio de 1944, fecha en que cesó por completo.

A partir de entonces el mercado nacional quedó desabastecido. Para paliar esa escasez, el Ministro de Agricultura, Miguel Primo de Rivera, el 23 de mayo de 1945 promulgó un decreto en el que se dictaban normas para el fomento del cultivo del lúpulo. Se autorizaba “al Ministerio de Agricultura para concertar, por zonas y con arreglo a las normas que se establecen en el presente Decreto, las funciones de fomento de cultivo del lúpulo con las Entidades que con tal finalidad expresa se constituyan por industriales cerveceros encuadrados en el Sindicato Nacional de la Vid, cerveza y Bebidas Alcohólicas“.

Fueron creadas tres zonas:

  • En primer lugar, Galicia con sede en Betanzos (La Coruña)
  • León con sede en Villanueva de Carrizo
  • Asturias con sede en Nava.

En ese mismo decreto se establecían las obligaciones de las Entidades concesionarias, entre las que se incluían:

  • Fomentar el cultivo del lúpulo en la zona concedida, con las características y modalidades técnicas y con el ritmo anual de producción que por el Ministerio de Agricultura se señale.
  • Organizar la recogida y distribución de renuevos o esquejes de lúpulo.
  • Construir las instalaciones adecuadas, tanto agrícolas como industriales, sobre la base de disponer de secaderos colectivos para recoger la cosecha en verde al objeto de someterla a preparación ulterior racional y uniforme.
  • Adquirir la cosecha de lúpulo al precio mínimo que fijado por el Ministerio de Agricultura, sin perjuicio de estimular a los cultivadores con la concesión de primas por calidad o por rendimiento en aquellas zonas que se estimen interesantes.
  • Conceder anticipos y créditos en metálico, con el fin de facilitar las nuevas instalaciones y cultivos
  • Contribuir económicamente a los gastos que origine el fomento de cultivo de esta planta, con la aportación de una cuota anual en proporción con los beneficios de la Entidad.

De igual manera, como resultado de ese Decreto, en noviembre de 1945 se constituyó la Sociedad Anónima Española (S.A.E.) de Fomento del Lúpulo, con domicilio en Avd. José Antonio de Madrid. Esta sociedad se constituyó por 15 años prorrogables, y entre sus objetivos tenía los siguientes:

  • Fomentar el cultivo del lúpulo en las zonas concedidas con las modalidades, características y ritmo que se determine por el Ministerio de Agricultura.
  • Construir las instalaciones agrícolas e industriales para el mejor desarrollo del cultivo.
  • Adquirir la cosecha nacional al precio mínimo fijado por el Ministerio de Agricultura.
  • Conceder a los cultivadores primas por calidad y rendimiento, y crédito en metálico para facilitar y ampliar los cultivos, organizando la recogida y distribución de esquejes.
  • Pagar una cuota anual de los beneficios al Ministerio de Agricultura.
  • Distribuir el lúpulo entre los asociados.

El accionariado de la SAE de Fomento de Lúpulo estaba compuesto por las principales fábricas de cerveza de la época.

Desde la creación de la Sociedad de Fomento del Lúpulo se habían iniciado experimentos con el fin de aclimatar las variedades de lúpulo centroeuropeas a las características edafoclimáticas españolas. En la provincia de León, se eligieron las riberas del Órbigo, Bernesga y Torío ya que se conocía en ellas de la existencia de variedades silvestres.

En 1946 en el Boletín Divulgador de la Cámara Oficial Agraria de la provincia y en 1948 en Economía Leonesa aparecieron los primeros artículos animando a los agricultores leoneses a introducir este cultivo.

La S.A.E. de Fomento del Lúpulo nombró apoderado a Valeriano Campesino, zamorano afincado en León, quien llevó a cabo una importante labor divulgadora entre los agricultores leoneses.

Iniciadas las primeras pruebas, en las comarcas del Torío y Bernesga apenas se le prestó importancia, ya que era un cultivo desconocido, de dudosa utilidad y exigía una instalación que era muy costosa.

Sin embargo, el lúpulo tuvo muy buena acogida en la ribera del Órbigo. En 1949 se firmaron 34 contratos y año a año aumentó rápidamente la superficie cultivada. La labor de Valeriano fue fundamental puesto que trataba directamente con los agricultores y les transmitía su entusiasmo hacia el cultivo. En 1952, considerando el tirón que estaba teniendo el cultivo en la comarca del Órbigo, fue construida la factoría de Villanueva de Carrizo.

El cultivo del lúpulo se fue expandiendo y en pocos años se extendió por las vegas de los ríos de la provincia, llegando a las del Porma y el Tuerto.

En pocos años, León pasó a dominar la producción nacional. De las 7 hectáreas cultivadas en 1950, se pasó a 1800 hectáreas en 1983, alcanzando más del 95 % de la producción nacional de lúpulo. Fueron los años del “oro verde”. Era un cultivo que, a pesar de la alta inversión inicial exigida y que era muy intensivo en mano de obra, era enormemente rentable.

En los comienzos, la “pela” o cosecha se realizaba a mano. En los años 60 comenzaron a introducirse máquinas peladoras que agilizaron este trabajo. La mayoría de estas máquinas, que todavía funcionan en la actualidad, eran de la marca belga Allaeys y la española Liska.

En el año 1983, 3.700 familias se dedicaban al cultivo de lúpulo. Era un sector minifundista que afrontaba con incertidumbre la entrada en la CEE, dado que el cultivo era explotado en un régimen total de monopolio incompatible con la legislación europea. En ese momento se producían 2.800.000 kg de lúpulo seco que cubrían prácticamente el 100% de la demanda de las cerveceras nacionales.

La entrada en 1986 en la Comunidad Económica Europea supuso una debacle para los productores de lúpulo. El monopolio efectivo que ejercían los grandes grupos cerveceros españoles no desapareció y sin embargo la producción resultó afectada seriamente por la competencia exterior y al ser una producción excedentaria, fue severamente castigada. Se dieron ayudas para el arranque de plantas y la reconversión varietal.

De aquellas 1.800 hectáreas cultivadas en 1983 se pasó a menos de 500 en la primera década del S. XXI. La superficie cultivada de lúpulo en León se redujo en más de un 75%. El auge del mercado craft ha dado en la segunda década del siglo una nueva oportunidad al cultivo, debido a la escasez mundial de lúpulo que ha empujado los precios al alza principalmente en las variedades aromáticas que se usan en este tipo de cervezas.